LA IGNORANCIA ES LA MADRE DE LAS DESGRACIAS.

Carta de Juana M.O.
Yo confieso a mi manera



 
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Aunque actualmente me puedo calificar de escéptica, debo confesar que he sido magufa casi toda mi vida.


Yo siempre había creído que por encima del mundo material o físico que podemos ver, existía un mundo inmaterial, sobrenatural, espiritual, que era "el verdadero" y era donde estaban las causas de todo lo que pasaba en el mundo físico. Poco más o menos como lo que explicaba Platón en el mito de la caverna. Esta creencia era el eje de mi vida, mi garantía contra la muerte, mi esperanza de que todo responde a un "orden", a un plan maestro diseñado por una inteligencia que lo tenía todo controlado, y que después de todo el sufrimiento, la estupidez, las injusticias de este valle de lágrimas, al final todo acabaría bien.

Cuando era pequeña, en vez de leerme cuentos, me contaban la historia sagrada y vidas de santos –mis padres son muy religiosos, católicos-. A los seis años ya tenía yo la firme intención de ser santa para que dios me concediera el don de curar. Ser una niña buena, a esa edad, era bastante fácil.

Por Juana M. O.



 

 
     
 
 
 
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ESTUDIO ATEO
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Esta página ha sido actualizada el 30 Noviembre, 2002