LA IGNORANCIA ES LA MADRE DE LAS DESGRACIAS.


Historia

LA RELIGION ES EL OPIO DE LOS PUEBLOS:
Los celebres ateos y anticlericales de la historia
Por Cecilia Ruiz de Ríos


 
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Carlos Marx dijo que la religión era el opio de los pueblos.

Había una vez una época en la cual declararse ateo o criticar los procedimientos de la iglesia podían aterrizarlo a uno sin sal ni pimienta en un sabroso asado. Aún se cree que los ateos comen niños, no deben ser profesores y en general hay que marginarlos por peligrosos, pero en la historia hubo su puñado de gente que se negó a reconocer la existencia de un ser supremo, o que por lo menos le pusieron buenas trabas a la iglesia.

Uno de los primeros personajes en no respetar la iglesia fue Atila, quien optó por encaminar sus huestes hacia Roma. No fue precisamente por creyente que Atila cedió ante la solicitud del papa León de no invadir Roma, sino porque le hicieron una oferta(jugosa) que no pudo rehusar. Posteriormente el rey germano Enrique IV protagonizaría tremendo pleito con el papa Gregorio por el lío de las investiduras laicas, y tras hacer un gran teatro yendo descalzo hasta Canosa para pedir perdón, Enrique IV siguió en sus ataques contra la iglesia y en una ocasión susurró entre dientes que estaba de Dios hasta los cojones. Esta última expresión ha sido censurada de toda versión del asunto Enrique IV-Papa Gregorio por puritanos historiadores quienes creen aún que les caerá una tajona con fuego si mencionan semejante "barbaridad".

Federico II de Sicilia, quien llegó a ser emperador romano y cruzado por razones prácticas y no religiosas, fue criado a la sombra de un papa, pero eso no le impidió preguntarle al sumo pontífice qué rayos hacían los ángeles todo el día, insinuando que pasaban precisamente de supernumerarios peinando la culebra. Felipe IV el Hermoso de Francia desafiaría a la sociedad y a la mismita iglesia cuando se le ocurrió echarle el guante a la orden de los Templarios, por no decir que nada lo detuvo de mandar a su allegado Guillermo de Nogaret a llamar sodomita al Papa Bonifacio, por no decir que le propinaron tremenda sopapeada en su propio palacio de Agnani. Bonifacio moriría de pena moral por la zurra que le dieron cortesía de el bellísimo rey galo.

Muchos creen que Enrique IV de Francia cambiaba de religión como quien se quitaba un traje precisamente por ser ateo. El hombre que dio prosperidad a Francia tras proclamar que París bien valía una misa no siguió ni los preceptos del calvinismo ni el fanatismo del catolicismo, y cuando su confesor le advertía que su vida licenciosa le llevaría problemas con "le bon Dieu", no faltaron quienes le oyeron decir "Je m´enfou de ca qui n´éxiste pas." (Me olvido de lo que no existe). Bruno Giordano, al ser quemado por la Inquisición, se negó a que le pusieran una cruz cerca del rostro, negándose a aceptar que Dios existiera.

El rey portugués Pedro El Severo respondió ante su padre cuando éste (quien le había asesinado a la idolatrada Inés Pirez de Castro) le prometió que "en el cielo otra vez verás a Inés","Además de canalla y criminal, padre, eres un mentiroso pues si Dios existe no permitiría que víboras como vosotros existieran."Pedro I de Rusia le jugaba sol y sombra a la estricta iglesia ortodoxa, pero en privado bromeaba con los amigos mencionando que tras la muerte solo había vacío y que toda la "monserga religiosa era para hacer sufrir al hombre en nombre de un Dios que quien sabe por donde andaba."

John Milton, autor de El Paraíso Perdido, fue un genial inglés a quien las dudas sobre la existencia de un ser supremo le atacaban a menudo.Hasta al tabo fue a dar acusado, entre otras cosas, de ateo. Jean de la Fontaine, gran fabulista francés, fue otro que fue muy mal visto porque se le tildaba de ateo. Jean Marie Arouet, genio francés más conocido como Voltaire, dijo en una ocasión, "Me gustaría poder amar a este Dios en que busco a mi padre, y a quien me presentan como un tirano al que no tengo más remedio que odiar.

" Curiosamente Voltaire fue encarcelado brevemente por otro ateo confeso, el hermosísimo, erudito y sagaz Felipe II de Borbón, duque de Orléans quien al morir Luis XIV actuó de regente de Francia para mientras Luis XV echaba plumas para ser coronado rey. Otro francés cuyo odio hacia la iglesia y cuyo ateísmo militante nunca se escondió ante una fachada de hipocresía fue el rubio y sensual Francisco Donaciano Alfonso, Marqués de Sade. Este famoso pornógrafo y libertino echa sapos y culebras contra Dios en escritos como Filosofía en el Tocador, y en realidad aguantó más cárcel por su ateísmo que por su libertinaje, lo cual era más o menos el pan de cada día entre los corruptos nobles en aquellos entonces.

Cuando los ingleses quisieron convertir a los zulús al cristianismo, el hermoso morenazo Shaka Zulu se rió de lo lindo. Viendo una ilustración de Cristo en la cruz, argumentó que si era tan poderoso por qué no se había salvado a sí mismo para comenzar. Poco antes, a inicios del siglo XIX, Napoleón Bonaparte había humillado al papa de turno poniéndolo de espectador mientras él mismo se coronaba.Además, le había cortado muchas plumas de las alas a la iglesia en Francia.

Ranavalona II, reina de Madagascar, fue una mujer que no tuvo paciencia con misioneros en su país. Hizo echar a los sacerdotes de su país, y dijo que no creía en Jesús ni que se le apareciera con un canasto de naranjas. En Francia, el genial bardo Charles Baudelaire se ganó la enemistad de los religiosos y de los hipócritas cuando poco después de publicar Las Flores del Mal (obra en la cual iban unos versos considerados satanistas y blasfemos), le dijo a un redactor que no creía en más dios que en el que tenía sentado en las piernas (su obeso gato Guillaume D´Aquitaine). En el siglo XX, hubo un gran florecimiento de ateos, quienes al igual Carlos Marx en el siglo XIX opinaban que la religión era el opio de los pueblos.

Comenzando con Lenin acabando con los íconos ortodoxos rusos y la familia imperial al mismo tiempo, le siguieron en la revolución rusa José Stalin y Lev Davidovich (Trotsky). La bailarina norteamericana Isadora Duncan, quien era muy bolchevique y liberada de la cintura para abajo, dijo que Dios no existía, al menos que no fuera en la cama durante un buen revolcón sexual. No faltan quienes afirman que nuestro propio Rubén Darío tuvo momentos anticlericales y medio ateos cuando escribió Lo Fatal, pero el pintor francés Nardeaux confirmó su ateísmo al mencionar que no podía hacer cuadros religiosos dado que no le constaba que hubiera un Dios. Luis Buñuel, considerado por muchos el mejor cineasta hecho en españa, confesaba ser ateo gracias a Dios.

El gran independentista vietnamita Ho Chi Mihn tampoco se tomó la molestia de creer en un ser supremo, a como tampoco lo hicieron los geniales pintores mejicanos Frida Kahlo y su esposo Diego Rivera. Kamala Napurdalah, al sobrevivir tras el desembarco de Normandía disfrazada de soldado hindú, le dijo a Ike Eisenhower que si contaba el cuento y ganaría buenos reales con sus reportajes de corresponsal de guerra sería porque corrió a tiempo, "y con mis propios pies porque Dios no tiene pies ni nada más." Tanto el recientemente fallecido escritor brasileño Jorge Amado como el ganador del Nóbel José Saramago de Portugal nunca negaron ser ateos, a como el inefable Gabriel García Márquez oculta su ausencia de religión. Sin embargo, aunque los ateos son considerados casi criminales con guayabera, yo me daría tres caídas por que cualquiera de estos "blasfemos" fuera profesor mío.

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Esta página ha sido actualizada el 7 Mayo, 2003