PENSADOR

Cambié de idea.
Reflexiones sobre el abandono de las creencias, el cristiano liberal y el "de supermercado"



 
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No puedo decir que me esté resultando fácil ser ateo (ateo negativo, o bien agnóstico fuerte [1]). No es difícil, en realidad, el no creer; para mí es natural y no podría forzarme a ser de otra manera. Lo que sí es complicado es tratar el tema abiertamente, cómo comunicar mi ateísmo (no con propósito proselitista sino protestista ante ciertos hechos). Para dar un ejemplo, la palabra "ateo" no ha salido jamás (todavía) de mis labios con referencia a mí mismo. No es fácil ser ateo en una familia que, aunque llena de cariño y para nada restrictiva, se compone con mi excepción de católicos practicantes. Paradójicamente me encuentro a veces defendiendo el cumplimiento de los dogmas de la Iglesia Católica -- "de acuerdo" con el Vaticano, contra los propios fieles (por ejemplo, mi familia). Me parece incoherente que alguien se llame cristiano o católico y diga no estar de acuerdo con todo lo que dice el Papa en materia de fe.[2] Esto quizá sea algo que no deba hacer, pienso. Por un lado, mi mente aborrece la inconsistencia (entre dogma y realidad, en este caso), pero no debería olvidar que los elementos del dogma, la revelación y la tradición de la Iglesia ya son bastante inconsistentes internamente, y de hecho se han interpretado de mil formas durante la historia, a medida de las necesidades, costumbres y concepciones del momento. Por otro lado, si la gente "cristiana" quiere practicar una religión de supermercado (lo que en inglés se llama salad bar religion), para mí está muy bien. Es bueno que cada cual practique comportarse de la forma que mejor le siente, siempre y cuando no dañe a los demás y sea consistente consigo mismo, aunque no hasta el punto de negarse a cambiar o transigir cuando su postura se vuelve dañina o sus premisas son probadamente incorrectas. Me parece que una sociedad humana madura estaría formado por personas que (con religión o sin ella) vivirían sus supuestos y premisas con fidelidad, mientras no se comprobaran falsos; que todos participaríamos en la discusión; que aceptaríamos, de mejor o peor grado (pues somos seres humanos y emocionales), lo que surja del consenso; y que nunca sería un pecado de apostasía el adoptar un nuevo sistema de vida después de meditarlo y aceptar la crisis del cambio. Una buena parte de los recursos de las religiones organizadas se dedicará (se dedica) a evitar precisamente este tipo de madurez, desde que somos niños. Por desgracia para todos, esto no produce personas más fieles o coherentes, sino meramente una división intrapersonal entre la religión (lo que uno cree porque puede y le parece bien) y la vida mundana (el lugar donde algunos preceptos son en la práctica inaplicables). Tan condicionados están los creyentes menos maduros que no ven que han abandonado sus propios supuestos; reconocerlo, para ellos, sería fatal. Por lo demás, el dios cristiano es tan misericordioso que siempre da oportunidad de volver a someterse; el menos fiel de Sus hijos puede decir que simplemente estaba perdido y ha vuelto, como en la parábola del hijo pródigo. Sospecho que algo de esto sucede en mi familia; creo que no logran ver del todo en qué me he convertido y quizá piensan que eventualmente voy a volver al rebaño, y que no deben intentar forzarme porque saben que ya he visto mucha intolerancia y falsedad, y un enfoque proselitista podría alejarme del todo.[3] Si no pensara así, tendría que tacharlos de indiferentistas, o peor aún, irresponsables -- que dejan que un ser querido se extravíe y tome el camino que lleva al infierno. Es prueba de su confusión el hecho de que prácticamente no hayamos discutido mis pensamientos en absoluto desde que los manifesté por primera vez. En un par de ocasiones he traído a colación el tema y he recibido escasa respuesta, siempre rondando el temor de discutir, o bien una actitud defensiva. Nunca nos caracterizamos (especialmente yo) por una comunicación íntima y fluida, pero un tema como éste sin duda la merecía. Mis propios "reflejos" (los restos del meme religioso y de respeto a la religión) me impiden confrontarlos.
Para empeorar las cosas, el Catecismo de la Iglesia Católica incluso ofrece una "disculpa" para el ateísmo, basada en parte en las acciones de los creyentes: En cuanto rechaza o niega la existencia de Dios, el ateísmo es un pecado contra la virtud de la religión (cf Rm 1, 18). La imputabilidad de esta falta puede quedar ampliamente disminuida en virtud de las intenciones y de las circunstancias. En la génesis y difusión del ateísmo "puede corresponder a los creyentes una parte no pequeña; en cuanto que, por descuido en la educación para la fe, por una exposición falsificada de la doctrina, o también por los defectos de su vida religiosa, moral y social, puede decirse que han velado el verdadero rostro de Dios y de la religión, más que revelarlo" (GS 19, 3) Catecismo de la Iglesia Católica, 2125 (Dicho sea de paso, ¿qué demonios significa la "virtud de la religión"?). Ante esta apertura (!?) es difícil quedarse impasible; el cristiano proselitista (y no sólo el liberal) está tan convencido de la universalidad de su creencia que puede llegar a tratar a todos, aun a un "ateo aullante" (la frase es de Mark Twain) como a una oveja perdida, condescendientemente, alguien que ha sido engañado por el mundo o que ha sufrido la intolerancia de creyentes que no han comprendido la "verdadera" doctrina. Hay que hacer notar, sin embargo, que el CIC no renuncia a decir que el ateísmo es pecado, y se apoya en una cita contundente de Pablo, en la Carta a los Romanos, donde iguala ateísmo con mentira y amoralidad. Parafraseando ligeramente: Dios se prepara a condenar la maldad y la injusticia de toda clase, de aquellos hombres que han desterrado la verdad con sus obras malas. Todo aquello que podemos conocer de Dios debería ser claro para ellos. De modo que no tienen disculpa. Romanos 1, 18-21 Pablo continúa diciendo que estos hombres han cambiado a Dios por otros ídolos, humanos, animales o figuras. Esta idea de la "idolatría automática" es sumamente frecuente entre los cristianos, según he experimentado; parece que no pueden concebir que una persona viva sin entregar ciegamente su voluntad a algo superior. De ahí que hayan inventado los "cultos" a los dioses del dinero, el placer, la ciencia o el poder. (Pensándolo bien, el dinero se puede ver y tocar, así que es más fácil creer en el Dios Dinero que en Jehová, sin hacer, desde luego, juicios morales sobre los resultados posteriores.) Es más fuerte decir "adoran a los falsos dioses del dinero y el placer", lo cual despierta las defensas alérgicas del meme religioso, que comentar simplemente "se dedican a ganar dinero y pasarlo bien" (que apenas tiene un tufillo a sarcasmo). La estrategia de salpicar el discurso con expresiones así es común a toda la prédica religiosa y de hecho a toda los tipos de propaganda. Sin embargo, es insultante para los que hemos abandonado la creencia en un ser supremo y no tenemos interés en ser cargados con otros dioses.

Notas:

[1] El ateísmo negativo es el que llevan adelante la mayoría de los que se llaman "ateos". Es la ausencia de creencia en dioses o fuerzas sobrenaturales similares (incluyendo el Dios judeocristiano). El ateísmo positivo es el que afirma que no existe Dios, lo cual es simplemente otra creencia (si bien algo más plausible que la creencia en Dios). El ateísmo negativo es en la práctica otro nombre para el agnosticismo fuerte, que dice que, aunque no podemos saber si Dios existe o no (a-gnosis = des-conocimiento), es tan poco probable que podemos vivir como si realmente no existiese. Yo no niego que Dios exista; simplemente no creo ciegamente en que lo haga.
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[2] Desconozco qué autoridad tiene el Papa, la Curia Romana y otras instituciones y documentos en otras materias aparte de la fe. ¿Hasta dónde llega el deber de obediencia a la Iglesia Católica y al obispo de Roma? Si alguien conoce más sobre este tema, por favor que me lo cuente.
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[3] Quiero decir que nadie en mi familia querría forzarme a escuchar argumentos o prédicas. Desde luego nadie en mi familia intentaría forzarme a creer. No lo lograría, y no por una voluntad mía de no creer. La intolerancia y la falsedad de la religión se me han hecho evidentes, pero esto fue apenas un principio; si se tratara de mera anticlericalidad o rebelión, no estaría tan seguro de haberme, de hecho, alejado del todo. Pero lo estoy porque mis causas son fundamentales, no circunstanciales. No voy a decir, como ~James Buckner <http://home.att.net/j-buckner/>, que si alguna vez vuelvo a la Iglesia sería signo de daño cerebral o demencia senil, pero en realidad no se me ocurren otras causas posibles.
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Esta página ha sido actualizada el 7 Mayo, 2003